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¿Y si en vez de educar a los hijos empezamos por los padres?
Este verano, estando de vacaciones en la piscina del hotel, dos niños que eran hermanos y que tenían tres y seis años se me acercaron. Me habían visto jugar a Pokémon GO así que no duraron ni un segundo y se plantaron a mi lado.
Sin ser un experto en ese videojuego, sí había jugado bastante durante las últimas semanas. Estuvimos hablando durante más de 20 minutos, ya se sabe que a los niños como les guste algo no suelen encontrar el momento de acabar. Los pequeños me trasladaban dudas acerca de cómo se jugaba, yo era nivel 12 por aquel entonces y ellos solo nivel 3.
– ¿Tienes a Pikachu? – me insistió varias veces el menor de los dos.
– ¿Dónde están los gimnasios? ¿A partir de qué nivel puedo ir?- le interrumpía el mayor.
– ¿Cómo puedo evolucionar los Pokémon que ya tengo? – me decía el pequeño.
Sus padres, tumbados tomando el sol a nuestro lado, me miraban con una sonrisa un pelín forzada. Entonces, empecé a pensar sobre el tamaño de la brecha entre los padres que han tenido la suerte (o han hecho el esfuerzo) por entender los formatos de entretenimiento actuales y los que no. Me vino a la memoria el vídeo que grabé en el Retiro de Madrid y publiqué en mi Twitter en el cual mucha gente estaba jugando a Pokémon GO, en concreto el segundo 55 del mismo en el que un padre le dice a su hijo:
– Hijo, ¿lo has pillado? – refiriéndose a ese Pokémon raro que hizo que una auténtica marea de gente se desplazara de un punto a otro del parque.
Así se vacía una zona del Retiro porque alguien avisa de que hay un #Pokémon en otro lugar #alucinante #PokémonGo pic.twitter.com/3VF3mdy3jA
— Eduardo Prádanos G. (@EduardoPradanos) 24 de julio de 2016
Ese momento exacto del padre y el hijo tuvo muchas críticas en redes sociales, en las que se pudo leer cosas cosas del estilo a “anda que no tendrá cosas mejores que hacer ese padre que jugar a Pokémon GO con su hijo”.
Siguiendo con mis vacaciones, al día siguiente en el hotel, los niños nada más verme en la piscina corrieron a venir a jugar conmigo de nuevo. Volvieron las preguntas sobre el juego de Nintendo: que si cómo puedo hacer explotar un huevo, que si había visto el vídeo en el que Pikachu evolucionaba a Raichu, que si un montón de cosas de dudas más. Ellos seguían insistiendo y entonces me volví a fijar en la cara de sus padres. Éstos me estaban mirando con una mezcla entre: “¿por qué este tío sabe tanto de Pokémon GO?” y “¿por qué no se está quietecito y deja de jugar con mis hijos?”. Leer más