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Hace un tiempo, absorto en mis redes sociales, me topé con un artículo de un medio cinematográfico donde anunciaban los estrenos que llegarán a la gran pantalla española durante el 2017.
Como buen aficionado al séptimo arte me vi obligado a bucear entre las fotos de promoción de las películas y mi desilusión no pudo ser mayor. Por deformación profesional, publicitario de capa y espada, siempre busco un toque de originalidad en las películas para decidirme a verlas y es aquí donde encontré el problema. Algo que ya intuía y nunca me había atrevido a poner a debate.
La cartelera de este año cuenta con 232 películas (la lista completa se puede consultar aquí). Bien, de todas éstas 138 son remakes, adaptaciones o segundas partes (¡incluso octavas como en el caso de Fast and Furious!) de historias que ya hemos visto. No falte anotar que la mayoría de apuestas originales proceden del cine independiente, del cual, como ya sabemos, pocas producciones acabarán en la gran pantalla del público generalista o las grandes distribuidoras. Tan solo el 40,5% de todos estos films cuentan con cierto grado de novedad. ¿Qué les está pasando a los guionistas? ¿Ya no se valora la creatividad cinematográfica? ¿De quién es la culpa? ¿Productoras sin valor? ¿Guionistas sin talento? ¿Consumidor fácil y altamente impresionable? ¿Hemos perdido el gusto por el cine?
Publicado en: Reflexiones Storytelling
Etiquetado: cine contenidos creatividad storytelling
¿Y si en vez de educar a los hijos empezamos por los padres?
Este verano, estando de vacaciones en la piscina del hotel, dos niños que eran hermanos y que tenían tres y seis años se me acercaron. Me habían visto jugar a Pokémon GO así que no duraron ni un segundo y se plantaron a mi lado.
Sin ser un experto en ese videojuego, sí había jugado bastante durante las últimas semanas. Estuvimos hablando durante más de 20 minutos, ya se sabe que a los niños como les guste algo no suelen encontrar el momento de acabar. Los pequeños me trasladaban dudas acerca de cómo se jugaba, yo era nivel 12 por aquel entonces y ellos solo nivel 3.
– ¿Tienes a Pikachu? – me insistió varias veces el menor de los dos.
– ¿Dónde están los gimnasios? ¿A partir de qué nivel puedo ir?- le interrumpía el mayor.
– ¿Cómo puedo evolucionar los Pokémon que ya tengo? – me decía el pequeño.
Sus padres, tumbados tomando el sol a nuestro lado, me miraban con una sonrisa un pelín forzada. Entonces, empecé a pensar sobre el tamaño de la brecha entre los padres que han tenido la suerte (o han hecho el esfuerzo) por entender los formatos de entretenimiento actuales y los que no. Me vino a la memoria el vídeo que grabé en el Retiro de Madrid y publiqué en mi Twitter en el cual mucha gente estaba jugando a Pokémon GO, en concreto el segundo 55 del mismo en el que un padre le dice a su hijo:
– Hijo, ¿lo has pillado? – refiriéndose a ese Pokémon raro que hizo que una auténtica marea de gente se desplazara de un punto a otro del parque.
Así se vacía una zona del Retiro porque alguien avisa de que hay un #Pokémon en otro lugar #alucinante #PokémonGo pic.twitter.com/3VF3mdy3jA
— Eduardo Prádanos G. (@EduardoPradanos) 24 de julio de 2016
Ese momento exacto del padre y el hijo tuvo muchas críticas en redes sociales, en las que se pudo leer cosas cosas del estilo a “anda que no tendrá cosas mejores que hacer ese padre que jugar a Pokémon GO con su hijo”.
Siguiendo con mis vacaciones, al día siguiente en el hotel, los niños nada más verme en la piscina corrieron a venir a jugar conmigo de nuevo. Volvieron las preguntas sobre el juego de Nintendo: que si cómo puedo hacer explotar un huevo, que si había visto el vídeo en el que Pikachu evolucionaba a Raichu, que si un montón de cosas de dudas más. Ellos seguían insistiendo y entonces me volví a fijar en la cara de sus padres. Éstos me estaban mirando con una mezcla entre: “¿por qué este tío sabe tanto de Pokémon GO?” y “¿por qué no se está quietecito y deja de jugar con mis hijos?”. Leer más