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Guionista, escritor, productor ejecutivo de tv. Creador de series como “Cuestión de sexo” y guionista en otras como “Aquí no hay quien viva” o “Sin Identidad”. Autor de la novela “Sin Identidad. El origen”. Colaborador en proyectos editoriales y en producciones audiovisuales. Investigador de cualquier expresión narrativa, ahora, la Narrativa Digital.
En el verano de 1910, Picasso y Braque solucionan por fin la cuestión sobre la que llevaban varios años trabajando y que daría carta de naturaleza a un nuevo lenguaje pictórico: el cubismo.
Tal y como cuenta su amigo y marchante en la época, Daniel-Henry Kahnweiler en su libro El camino hacia el cubismo* (Acantilado, 2013)** , ese verano, ambos pintores resolvieron el gran problema que se les había presentado hasta ese momento, el problema de la forma cerrada, es decir, la representación tridimensional de la forma sobre el plano bidimensional del cuadro. Para ello, Picasso y Braque descubrieron que la manera de abordar el cuerpo a representar y su situación en el espacio no era como había sido hasta entonces, herencia de la pintura renacentista: “partir de un supuesto primer plano y simular a partir de él una profundidad aparente mediante la perspectiva”.
Al contrario, decidieron partir de un fondo y trabajar hacia delante. La construcción se realiza así como un ejercicio desde dentro del cuadro hacia fuera, cuyo destino final –al contrario que en la pintura conocida hasta entonces–, es el espectador que, a través de los elementos expuestos, reconstruye la imagen en su conciencia.
En la primavera de 2016, la narrativa vive agitada frente a su particular problema de la “forma cerrada”. Nuevas posibilidades para contar historias conviven con la concepción aristotélica que las construye y su representación bidimensional, acotada por la pantalla, cualquiera que esta sea. A ojos del espectador, la narrativa sigue partiendo de un primer término –un relato–, para sumar detrás nuevos relatos apoyados en la gramática web, en la variedad de dispositivos y, sobre todo, en las interacciones a través de las redes sociales. La sensación de universo narrativo se construye, en definitiva, de delante hacia atrás, viviendo la ilusión de profundidad, de horizonte lejano e inalcanzable.
El relato no deja de ser algo cerrado, habitaciones con puertas que el espectador puede franquear pero en una casa que no es la suya.
En el cubismo “el pintor no se limita a mostrar el objeto tal y como lo vería desde un punto dado, sino que lo representa (…) desde varios lados a la vez, desde arriba o desde abajo”. Quiere representar el objeto en el plano como si el objeto estuviera ahí con el fin de invitar al espectador a integrarse en la propuesta y ser parte de ella. La aspiración de una narrativa tridimensional que rompa la narrativa tal y como la conocemos, sitúa al relato al fondo y crea hacia delante un espacio abierto que termina en el espectador que construye la historia en su conciencia –como propone el cubismo–, a través de un elemento primordial: la experiencia –como persigue el cubismo.
Vivir el relato, no leerlo, es la solución a la “forma cerrada” de la narrativa. Realidad virtual y realidad aumentada son respuestas a esta demanda, una demanda real: la de una nueva narrativa, la Narrativa Digital, que ya no busca espectadores. Busca activistas.
**Las citas de este artículo pertenecen a este libro.
Publicado en : Nuevas narrativas